POR Arq. BARROSO, Arq. PEZZANO Y Arq. ROCA* – ESPECIAL PARA ARQ –
Tipos de fundaciones para el sistema constructivo de bastidores de madera. El criterio de separación de basamento del terreno natural por medio de pilotes o vigas de fundación para preservar la madera de la bio – degradación.
Comencemos por definir a cada una de las partes de la construcción con bastidores. Fundación es la vinculación, en un sentido amplio y estricto, entre el edificio y el terreno. Este vínculo debe conducir hacia el suelo las cargas (peso) que el resto de la estructura recibe de toda la construcción. El basamento, por su parte, es la superficie horizontal que se vincula directamente a las fundaciones y que recibe a los muros de la planta baja. A diferencia de un contrapiso tradicional húmedo sobre terreno, el basamento es estructural.
En algunos casos, la fundación y el basamento están formados por un único elemento. Un ejemplo de esto es una platea de hormigón. Las construcciones de madera, por su poco peso propio, requieren fundaciones que pueden parecer pequeñas al compararlas con las de una construcción húmeda.
En una construcción tradicional de estructura de hormigón y mampostería de cerramiento, el peso del edificio se ubica habitualmente en el 70 a 80 % del total del peso en uso. Debido al altísimo porcentaje de participación de la materialidad de la caja arquitectónica en las fuerzas que debe soportar la estructura, el 50% de las secciones portantes son necesarias para soportar el peso propio.
El hormigón armado pesa 2.400 Kg/ m3 y las estructuras de madera, 600 Kg/ m3 en promedio. De esa comparación surge que la madera pesa en promedio un 25% del hormigón armado. El reducido peso de una construcción de madera (promedio 150 a 180 kilos por m2), determina escasas solicitaciones sobre el terreno natural para viviendas de una o dos plantas.
Las fundaciones permiten elevar el plano del basamento y de esta forma separar la estructura de madera del terreno natural. Por otra parte, el espacio vacío por debajo de la estructura del basamento genera una circulación de aire que es sumamente saludable para la estructura, ya que así no se crean las condiciones para la proliferación de hongos.
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Las especies empleadas habitualmente para una construcción en madera son pinos y eucaliptos. En el caso de los primeros, habitualmente la madera es impregnada en autoclave, un sistema industrial que asegura la protección frente al ataque de hongos e insectos. Los eucaliptos también se pueden impregnar y presentan mayor resistencia a la biodegradación.
Para separar el basamento del terreno natural y preservar la madera se pueden emplear pilotines de hormigón y vigas de fundación en el perímetro de la construcción, y pilotines metálicos en el interior de la misma. Sobre éstos se monta la estructura del basamento. Otra opción es realizar las fundaciones con pilotines de hormigón para separar la construcción del terreno y fijar sobre ellos las vigas de la estructura.
La vinculación entre la fundación y la estructura de madera se realiza con piezas metálicas, en general, varillas roscadas. Estas pueden colocarse durante el hormigonado o posteriormente mediante el empleo de uniones químicas.
Si el apoyo del basamento es una viga de hormigón, se usa una pieza de madera como transición (solera de implante) y permitirá realizar un nivelado más preciso.
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Como los sistemas en madera son sistemas livianos deben tener un fuerte anclaje a las fundaciones para absorber los esfuerzos generados por el viento. En una construcción húmeda, en cambio, su alto peso propio le da estabilidad.
En este caso, las fundaciones están formadas por pilotines de hormigón sobre los cuales apoyan vigas de encadenado que permiten levantar la altura del basamento, en esta ocasión húmedo, formado por una losa de hormigón armado que apoya en dichas vigas. Sobre la losa, las soleras de implante fijadas con varillas roscadas al hormigón permiten materializar una suerte de replanteo de los muros.
En los basamentos en seco, por arriba de la estructura de madera, se colocan placas estructurales de dos tipos: tableros multilaminados y de OSB. En ambos casos lo recomendable es trabajar con espesores de entre 15 a 18 mm y separaciones de vigas de entre 40 a 50 cm.
Los multilaminados fenólicos de eucalipto habitualmente empleados para encofrados son más recomendables ya que son más resistentes a la intemperie. Estas superficies pueden sufrir la acción de lluvias hasta tanto se construye el techo y este tipo de tableros brinda una mejor opción aunque pueden emplearse ambos.
Una alternativa altamente recomendable es reemplazar el contrapiso húmedo por uno seco. Por sobre la placa estructural se colocan listones de entre 20 a 50 mm de ancho y 45 mm de espesor. Entre éstos se aplica algún aislante térmico y sobre éste, fijada a los listones, una placa de multilaminado u OSB. Sobre la placa finalmente se aplica el solado.
En algunos casos es posible colocar un piso entablonado dejando a los listones sin la colocación de la segunda placa. Esta alternativa nos da la posibilidad de sumar aislación térmica en el basamento, que al estar elevado se considera como si fuera una superficie exterior. El espacio en donde se ubica la aislación térmica permite el pasaje de instalaciones por piso.
> Fuente: Suplemento Clarín Arquitectura