La decisión de regular las tasas de interés que se cobran por créditos personales y prendarios permitirá reactivar el consumo y destinar más fondos a la inversión de las PyMES.
Las tasas que venían cobrando los bancos eran incompatibles con los principios de equidad, distribución y justicia, porque agobiaban a las familias y también a miles de pequeñas empresas que solo conseguían esa vía de financiamiento.
El negocio de los bancos con esos créditos ha sido evidente. Hoy, mientras a los ahorristas se les pagan no más de 22% anual por un plazo fijo a 30 o 60 días, al usuario de tarjeta de crédito se le cobra arriba del 60% anual por financiar sus compras, mientras que el costo financiero total por un crédito personal supera al 70% anual en un banco de primera línea.
Los resultados de los bancos dicen todo: solo en los primeros tres meses de 2014 las entidades bancarias del país obtuvieron ganancias por $ 16.104 millones, según datos del Banco Central, casi el triple de las ganancias obtenidas en el mismo período del año pasado, que de por sí fueron muy buenas.
Son públicas y notorias las exorbitantes ganancias del sector financiero en los últimos años ($ 29.200 millones en 2013, $ 19.500 millones en 2012, $ 14.700 millones en 2011, y así cada año).
Pero el país atraviesa momentos de fuerte desaceleración económica donde es urgente trasladar recursos de la especulación a la actividad productiva.
Y para ello se requieren tasas razonables para financiar al consumo y más crédito para aumentar la inversión de las PyMES.
Fuente: C.A.M.E.